miércoles, 4 de marzo de 2009

Valor de la palabra

M. José Cicero

Seamos concientes de nuestras palabras: primero.- razonar bien lo que vamos a decir, después.- pasar por los sentimientos del corazón. Si no es verdadero, bueno o necesario, ¿para que nos sirven las palabras?
¿Lo que vamos a decir?, Tiene algún sentido de conocimiento para cada uno que lo escucha. Estemos prontos a escuchar, así podremos decir una opinión razonable y con conocimiento, no hagamos del valor de la palabra algo muy simple porque no lo es, lleva nuestro mensaje para las personas que lo escuchan.

Cuantas veces asistimos a una conferencia: médica, profesional, pedagoga… ponemos mucha atención en todo lo que vamos a escuchar y quisiéramos que nos se nos pasara ni una sola palabra, así volveríamos a nuestras actividades felices de haber participado, gracias a la aportación de los especialistas en la materia, pudimos aclarar nuestras dudas.

El valor de la palabra es un medio para comunicarnos con las personas que nos rodean, en el ambiente laboral, profesional, familiar, social… cuantas veces sentimos en una conversación la calidez de la persona, sus conocimientos académicos, sus diferentes puntos de vista, aptitudes… y vemos que cada una, es digna de nuestro aprecio y admiración, pues en cada una de ellas vemos el reflejo de un Creador infinitamente bueno, que por ser sus hijos somos a su imagen y semejanza.

La palabra solamente la posee el hombre, por medio de ella se comunica a sus semejantes, es saber meditar y hablar con prudencia. “Yo te doy mi palabra. “ No tener palabra, es faltar fácilmente a sus promesas.
Seamos razonables y concientes de lo que decimos o aseguramos, tiene que ser verdadero, bueno y necesario para que nuestros semejantes se lleven lo mejor de nosotros, pues esa es la intención de conversar con autenticidad, credibilidad y generosidad.

Las palabras nos transmiten la información de la persona que las dice, y debemos escucharla con atención, y disponibilidad, para que toda persona que habla sea escuchada.

Atentamente.

M. José Cicero

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